Desde que supe que estaba embarazada, supe que mi hijo tomaría agua y no consumiría azúcar hasta más grande. Evitaría que consuma bebidas gaseosas, galletas a destajo y ojalá se convirtiera en un niño sano que prefiriera alimentos saludables por sobre la chatarra.
Luego la vida me sorprendió y llegaron las mellizas, mucha alegría y ganas de regalonearlas por parte de todos quienes nos rodeaban. Siempre fui clara con mis metas y objetivos y los compartí con la familia, para que al momento de que empezaran a comer no se llevaran la sorpresa de que debían preguntarme antes de darles algo que muy probablemente yo diría que no.
Fue difícil, muy, muy difícil. Cuando empezaron a comer, casi reviento de un grito los vidrios de la casa cuando veo que estaban a punto de ofrecerle jugo de sobre a una de las enanas. Así de serio es el tema para mí.
Trataba de explicar que mi problema no era la gordura, sino que un tema de salud y calidad de vida. El azúcar es como una droga, y si no la conoces no la necesitas. Así de simple. Mientras más tarde la conozcas, mejor. ¿Han visto esos videos donde comparan a un niño que come puras tonterías y al lado uno que come cosas saludables, y como con el paso del tiempo el primero tiene una condición paupérrima y termina enfermo? Bueno, esto hace mucha lógica para mi y me lo tomo muy en serio.
Siempre me preguntan: ¿y qué vas a hacer cuando vayan a un cumpleaños? No puedes estar siempre prohibiéndoles azúcar. ¡Por supuesto que no! Ni tampoco pienso hacerlo, ellas van a tomar helados, comer pasteles y tomar jugos azucarados cuando la situación lo amerite, pero en nuestro día a día mi responsabilidad es que todo lo que se lleven a la boca sea lo más saludable posible.
Contadas veces vi a algún familiar al borde de darles bebidas gaseosas (considero que son casi veneno, ¿cual es la gracia de querer darle algo así a un niño?) o galletas a escondidas, chocolates «para probar», y así. Mucha lucha, es como si para el resto de la gente lo que yo decidí es lo más ridículo del planeta, y que estoy mal. Lo más natural, para el resto, es que los niños ingieran azúcar en todas sus formas, total son niños.
Bueno, ahora cumplieron los dos años y ya no soy tan estricta, pero estoy siguiendo mis instintos y siendo realista. Mantengo mi postura y prefiero ser yo la que les da de probar algunas cosas, especialmente si se las cociné yo. Prefiero mil veces que se coman un pastel hecho por mí (lo cual hicieron en sus festejos), que uno envasado. Ellas ven como se preparan, qué ingredientes llevan y cual es el proceso, y ya saben que es más rico que uno lleno de endulzantes, saborizantes y preservantes. Cuando salimos a comer les doy de probar jugos, pero prefieren el agua (¡meta cumplida!), cuando les ofrezco una galleta o un queque de zanahorias hecho por mi, optan por el segundo.
Es difícil pero se puede, una queda como la mamá neurótica pesada que no deja que su peque coma nada. ¿Y? Es la salud de mis hijas y soy yo la responsable en este momento. En un cumpleaños al que fuimos hace un tiempo, una de las animadoras se me acercó y me dijo: «Mis papás no me dejaron consumir azúcar hasta los 4 años, y la verdad es que hoy no me gusta la comida chatarra y siempre tomo agua. No me hicieron daño, no quedé traumada…así que sigue tus instintos». Me dieron ganas de abrazarla, al fin alguien que me alentaba y no me miraba como bicho raro.
Por supuesto que el apoyo del papá en esta materia fue importante para mí. El respalda mis decisiones de esta índole, y eso para mí es importante, siento que no estoy sola peleando contra el mundo y hace que no me cuestione cuando el resto sí lo hace.
Si bien esta es una postura que a mí me sirve, hay muchas mamás que ya lucharon con el primer hijo y con el segundo y/o el tercero (cuarto, quinto) es más relajada…y eso también ¡está bien! Cada mamá hace lo que puede y como puede. Entiendo que transar con un peque que ve al hermano mayor consumir ciertas cosas es tarea difícil y al fin y al cabo una debe elegir sus batallas. Simplemente estoy hablando de mi experiencia hoy y ahora y de cómo cuesta cuando es un punto de vista distinto a lo que se acostumbra.
Y finalmente, a quienes me dicen y me dirán: «es mejor darles un poco de azúcar desde pequeños para que después cuando la tengan en frente no se vuelvan locos», mi respuesta es SI. Si! Claro, ellas toman yogur de postre o colación algunas veces a la semana (cuando me lo piden, porque generalmente prefieren fruta) Una vez a la semana llevan cereales de avena con azúcar añadida como colación al jardín infantil, y de vez (mes) en cuando les doy galletas. Ultimamente les hago muffins de zanahoria (con azúcar morena de coco), pero todo esto cuando ELLAS me lo piden, porque quieren probar. Una vez que han probado, si les gusta se terminan la porción, y si no piden fruta o queso.
Mi introducción al azúcar no ha sido darles chocolates desde el año, tampoco enviarles un paquete de galletas como colación, pero lo que mencioné sigue siendo azúcar, y mi experiencia es que hasta el cereal que se le agrega a la mamadera hace que una de las chicas duerma muy intranquila si lo consume post 5 PM. He realizado pruebas y los resultados son concluyentes: Si ellas toman yogur, cereal añadido a la leche o cualquier tipo de azúcar después de las 5 de la tarde, su sueño es intranquilo. ¿Se podría haber evitado dándoles MÁS azúcar desde MÁS pequeñas? No lo se.
Todos los niños son distintos, hasta mis mellizas son polos opuestos para la mayoría de las cosas, así que insisto: Hablo desde mi punto de vista, nuestras experiencias, y por ningún motivo creo que las otras mamás lo hacen MAL. Si tu que me lees quieres hacer esta batalla contra el azúcar conmigo, ¡dale! Yo te comparto mis experiencias y frustraciones. ¿Y si no? No importa, esta es una lectura más para conocer otro punto de vista.
Si quieres saber más del por qué de mi decisión, aquí algunos links