Desde siempre pensé que tener demasiados juguetes no sería lo nuestro en casa. Hago todo lo posible por mantener una cantidad limitada de ellos, y para eso tengo un truco que hasta ahora me ha funcionado súper bien.
Las niñas tienen el living/comedor como su sala de juegos. Creo que su pieza tiene que ser un lugar de tranquilidad y sin tanta distracción, donde sólo tienen sus peluches regalones para dormir y unos pulpos que se iluminan. Entonces, el lugar de juegos y ruido está bien definido.
A simple vista tienen un teclado, unos bloques de plástico y otros de goma eva y dos pequeñas cajitas tipo botiquín donde se guardan los juguetes más chiquititos (los benditos «shopkins» o partes pequeñas que aparecen). Guardados en el mueble de la tele tienen por un lado sus juguetes didácticos (tarjetas de números, letras, xilófonos, etc) y en otra puerta los peluches (Pepas repetidas, Minnies y Mickeys, animales, etc). Pero además, en una caja de plástico con ruedas de color sólido guardo «tesoros»
En esta caja encontramos los juegos de té, cocina, pelotas con luces, y otros juguetes que dejo fuera de su vista. Esto me sirve para que cuando se aburren de los juguetes de siempre pueda recurrir a «juguetes nuevos». Se usan de forma especial y cada tantos meses hago una rotación con los juguetes que sí están en su acceso inmediato, para que nunca se pierda la magia de la novedad.
En resumidas cuentas, apelamos a su olvido para luego re-aparecer juguetes que les parecerán nuevos 🙂
No sé por cuánto tiempo me funcionará, pero puedo asegurar que llevamos 2 años y sigue como el primer día. Ahora que los días han estado muy nublados sirvió de comodín y se han entretenido bastante.